No soy una experta en movilidad eléctrica, ni en coches eléctricos en general, pero siempre me ha gustado probar nuevos modelos y vivir esas primeras sensaciones al volante. Esta vez, la suerte me sonrió y pude probar durante una semana el Cupra Tavascan, un SUV eléctrico que, de entrada, me dejó con la boca abierta. Y vaya si ha dado de qué hablar.
Es un coche que llama la atención desde el primer momento, especialmente por su diseño. Cuando lo vi por primera vez, pensé que estaba inspirado en el mar. Esa forma central en el interior, que parece una aleta de delfín, junto con las texturas que recuerdan a escamas, me hicieron imaginarlo como un SUV salido de las profundidades del océano, listo para surcar las carreteras. Pero después de investigar un poco más, descubrí que en realidad está inspirado en el pueblo de Tavascan, en los Pirineos.
Resulta que este pueblo, con sus paredes de piedra y tejados de madera, se fusiona con la naturaleza de una forma muy auténtica, y ese mismo principio fue el que guió a los diseñadores de Cupra. Buscaban una estética en sintonía con lo natural, usando materiales auténticos y una estructura ligera gracias al diseño paramétrico.
Volviendo al coche, la estética es, sin duda, uno de sus puntos fuertes. Tanto por fuera como por dentro, se nota que han trabajado cada detalle para que parezca un vehículo del futuro. La pantalla, las luces y las formas orgánicas le dan un aire muy moderno, especialmente de noche, cuando la iluminación interior resalta aún más sus líneas. Pero el diseño no solo es visualmente atractivo, también es funcional. Esa “aleta de delfín” central, que en un principio me parecía un adorno, resultó ser muy útil para apoyar la mano al usar la pantalla táctil. Un detalle que demuestra que han pensado en la ergonomía, no solo en la estética.
Interior: tecnología, comodidad y algún que otro capricho discutible
La iluminación ambiental, sobretodo de noche, es impresionante, con esas formas triangulares en las puertas, inspiradas en el logo de Cupra que le dan un aire futurista. Los materiales son claramente de calidad y las texturas en los acabados hacen que cada superficie tenga un tacto agradable. La gran pantalla central es la protagonista absoluta del interior, con un nuevo sistema operativo que responde de manera más rápida y fluida, algo que siempre se agradece.

Sin embargo, no todo es perfecto. La pantalla del conductor me pareció algo pequeña, sobre todo teniendo en cuenta el tamaño del coche. Y luego está el Head-Up Display, que proyecta información en el parabrisas. A mí personalmente no me convence, pero entiendo que haya gente a la que le encante. Supongo que es cuestión de acostumbrarse.
Lo que no me terminó de convencer fueron algunos controles táctiles. Para bajar la ventanilla trasera desde el asiento del conductor, tienes que pulsar primero un botón táctil y luego el botón físico… demasiado rebuscado. Y los botones táctiles del volante, que Cupra ya está empezando a eliminar en sus nuevos modelos, tampoco son lo más práctico del mundo: los tocas sin querer más veces de las que quisieras. A veces, lo clásico funciona mejor.
Conducción: potencia y suavidad
Aquí es donde el Tavascan demuestra su ADN Cupra. Tiene muchísima potencia y una entrega de par inmediato que te pega al asiento cuando aceleras. Es suave, silencioso y la insonorización es de primera. En ciudad es un coche que se mueve con elegancia, pero donde realmente sorprende es en carretera.
El paso por curva es espectacular. A pesar de ser un SUV grande y pesado, se siente muy bien plantado gracias a una amortiguación bien ajustada y unas ruedas que le dan un agarre increíble. La sensación de estabilidad es absoluta. Ahora bien, hay algo que me resulta un poco molesto: el pedal de freno. Es demasiado progresivo y da la sensación de que hay que aplicar más fuerza de la esperada para detener el coche. Entiendo que esto es una característica habitual en los frenos de los eléctricos, pero aún así, me llevó un tiempo acostumbrarme.
Los faros Matrix LED son otro punto fuerte. Probamos la función de luces largas automáticas y es una auténtica locura: iluminan todo menos los coches que vienen de frente, gracias a un sistema de microLEDs que se apagan individualmente. Es de esas cosas que cuando las pruebas, ya no quieres volver atrás.
Autonomía y recarga: el punto débil
Aquí viene la parte menos divertida. Cupra anuncia 521 km de autonomía en las mejores condiciones, pero en la vida real, con una conducción normal, nos hemos quedado en unos 400 km. Si te da por pisarle un poco más o hacer autopista a ritmo alegre, la cifra baja a unos 300-350 km. Y eso hace que la búsqueda de cargadores se convierta en una parte inevitable del viaje.
Y aquí es donde nos dimos cuenta de que España todavía no está preparada del todo para los eléctricos. Los puntos de carga son escasos, especialmente en pueblos, y los que hay muchas veces son lentos o están fuera de servicio. Además, cada operador tiene su propia app, lo que significa que si quieres cargar en varios sitios, tienes que estar registrándote y descargando aplicaciones sin parar. ¿No sería más fácil unificar todo en una sola tarjeta o app común?
Eso sí, cuando encuentras un supercargador, la cosa cambia. En unos 20-30 minutos puedes cargar hasta el 80%, pero llegar al 100% ya lleva más tiempo porque el coche reduce la velocidad de carga para proteger la batería. De hecho, no se recomienda cargar más allá del 80% en el día a día.
Comodidad y detalles que marcan la diferencia
Los asientos deportivos CUPBucket son una maravilla, con un diseño deportivo y materiales de calidad y sostenibles. El maletero es amplio, algo que no siempre ocurre en los eléctricos, ya que muchos sacrifican espacio por las baterías. Además, cuenta con un techo panorámico enorme que le da una sensación de amplitud muy agradable.
La insonorización es otro punto fuerte. Es un coche realmente silencioso, lo que aumenta la sensación de confort en viajes largos. Y el sistema de sonido Sennheiser es impresionante.
Otro detalle interesante: el coche tiene un sistema que, en caso de posible accidente, aprieta el cinturón de seguridad automáticamente. Y si detecta que el conductor se está durmiendo, primero avisa, luego frena y, si sigues sin reaccionar, detiene el coche y llama a emergencias. Un extra de seguridad muy bien pensado.
¿me lo compraría?
Aquí viene la gran pregunta. Si tuviera un punto de carga en casa y la infraestructura de recarga en España fuera mejor, lo tendría clarísimo. Es un coche con mucha potencia, increíblemente cómodo y, admitámoslo, es precioso. Allí donde vas, la gente se gira para mirarlo.
Pero siendo realista, en mi caso no lo compraría ahora mismo porque no tengo punto de recarga en casa y depender de la red de carga pública sigue siendo un dolor de cabeza. Sin embargo, si esto mejora en el futuro, el Tavascan sería una opción más que tentadora. Porque cuando un coche consigue combinar diseño, prestaciones y tecnología de esta forma, es difícil resistirse.
Redacción: Mariona Oriola / CEO & Founder TELLKES
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