La provincia de Granada está en el centro de un debate sobre la expansión de las energías renovables. Actualmente, hay 118 proyectos en tramitación que sumarían 1.664 MW de potencia, con una inversión de 1.700 millones de euros. Sin embargo, estas instalaciones solo generarían 350 empleos estables, mientras que su construcción impacta negativamente en campos de cultivo y biodiversidad, lo que ha provocado protestas en zonas afectadas como Pinos Puente y Víznar. Además, la electricidad generada en estas megaplantas no se consume en la provincia, sino que se destina a grandes urbes e industrias. Aunque la Junta de Andalucía defiende los beneficios económicos y ambientales de estos proyectos, los habitantes locales cuestionan su impacto y exigen un desarrollo más equilibrado.
La provincia de Granada se encuentra en el epicentro de una transformación energética con la tramitación de 118 proyectos de energías renovables, principalmente fotovoltaicos y eólicos, que sumarían aproximadamente 1.664 megavatios (MW) de potencia. Esta iniciativa representa una inversión cercana a los 1.700 millones de euros, con la promesa de fortalecer la infraestructura energética de la región y reducir la dependencia de combustibles fósiles.
Impacto en el empleo local
A pesar de la magnitud de la inversión, las proyecciones indican que estos proyectos generarían alrededor de 3.200 empleos durante la fase de construcción, lo que equivale a 27 puestos de trabajo temporales por proyecto. Sin embargo, una vez operativas, estas plantas proporcionarían solo 350 empleos estables, es decir, aproximadamente tres por instalación, lo que genera preocupación en las comunidades locales sobre los beneficios reales de estas iniciativas.
Consecuencias medioambientales y sociales
La instalación de megaplantas solares ha suscitado preocupación entre residentes y ecologistas debido a la transformación de campos de cultivo y la alteración de la biodiversidad local. Un ejemplo es la planta fotovoltaica Fargue I en Víznar, cuya construcción fue paralizada por la Junta de Andalucía debido a infracciones medioambientales graves.
En Pinos Puente, la empresa Ignis inauguró recientemente las plantas Cimera y Coracha, que abarcan más de 160 hectáreas anteriormente dedicadas al cultivo de olivos. Estas instalaciones han generado protestas vecinales, especialmente por parte de la finca rural Cortijo Bucor, que denuncia daños medioambientales en el río Velillos y en la biodiversidad de la zona.
La electricidad generada no se consume en Granada
Uno de los puntos más controvertidos es que gran parte de la electricidad generada por estos proyectos no se consume en la provincia. Con una capacidad instalada de 1.452 megavatios de energía renovable, Granada ya puede cubrir aproximadamente el 75% de su consumo eléctrico. A esto se suman los 1.644 megavatios en trámite, más los proyectos evaluados por el Ministerio de Transición Ecológica.
Cuando todas estas instalaciones estén operativas, ocuparán más de 18.000 hectáreas y generarán una cantidad de energía muy superior a la demanda local. En la práctica, Granada se convierte en un “territorio de sacrificio” para abastecer de energía a grandes urbes y polos industriales, tanto nacionales como extranjeros.
Postura de la Junta de Andalucía
El consejero de Industria, Energía y Minas de la Junta de Andalucía, Jorge Paradela, sostiene que estas plantas fotovoltaicas “deben ser aliadas del medio rural porque contribuyen a la prosperidad económica de nuestros pueblos, fomentan el empleo y generan ingresos para las arcas municipales”. Sin embargo, esta visión no es compartida por muchos habitantes de la zona, quienes consideran que los beneficios son escasos en comparación con el impacto ambiental y social.
Desafíos futuros y peticiones a las autoridades
El gobierno andaluz ha solicitado al Ejecutivo central mejoras en la red de transporte eléctrico para optimizar la distribución de la energía generada. Entre las prioridades destacan la conexión de 400 kilovoltios (kV) entre Baza y Manzanares y el refuerzo del eje Caparacena-Baza-Antas.
Mientras tanto, la expansión de las renovables en Granada sigue generando tensión entre las necesidades energéticas, el crecimiento económico y la preservación del entorno natural. Las autoridades, empresas y comunidades deberán encontrar un equilibrio entre el desarrollo sostenible y la protección del patrimonio rural y ambiental.