Cada año adicional de operación genera 125 toneladas de residuos de alta actividad, mientras el debate sobre su viabilidad económica y ambiental se intensifica.
Cada año adicional de operación de las centrales nucleares en España genera aproximadamente 125 toneladas de residuos radiactivos de alta actividad, un dato que ha reavivado el debate sobre la viabilidad de prolongar su funcionamiento. Actualmente, el plan establece el cierre progresivo de todas las plantas nucleares para 2035, pero sectores políticos y empresariales han planteado la posibilidad de extender su vida útil hasta 80 años, lo que implicaría un replanteamiento de la política energética del país.
Desde el punto de vista económico, la gestión de residuos nucleares y el desmantelamiento de las centrales supone un coste total estimado en 28.155 millones de euros hasta el año 2100. Sin embargo, la tasa sobre la electricidad nuclear, que financia el Fondo de Residuos Radiactivos, no cubriría la totalidad de estos gastos, lo que podría derivar en un déficit financiero que recaería sobre el Estado y, en última instancia, en los contribuyentes.
El Congreso de los Diputados ha aprobado recientemente una resolución impulsada por el Partido Popular para evaluar la extensión de la vida útil de las nucleares. Sin embargo, esta propuesta ha generado controversia, ya que organizaciones ecologistas y expertos en energía advierten sobre los riesgos de operar instalaciones envejecidas, así como el elevado costo que supondría su mantenimiento y actualización para cumplir con los estándares de seguridad.
A nivel internacional, Bélgica sirve como ejemplo de los desafíos que supone esta decisión. En 2022, su gobierno decidió prolongar la vida de dos reactores nucleares, asumiendo el 50% de la propiedad de las centrales para controlar los costos y garantizar la seguridad operativa. Esta estrategia ha evidenciado la complejidad económica y política de extender la vida de las nucleares, un dilema que España podría enfrentar si opta por un camino similar.
La decisión sobre el futuro de la energía nuclear en España sigue abierta. Mientras algunos sectores defienden que mantener las centrales activas contribuiría a la estabilidad del suministro eléctrico, otros alertan sobre los riesgos ambientales, financieros y de seguridad que conllevaría prolongar su funcionamiento. En este escenario, un debate informado y una evaluación técnica rigurosa serán esenciales para definir el futuro energético del país.
En el reciente debate sobre la energía nuclear en España, la extensión de la vida útil de las centrales ha cobrado protagonismo. Según datos de Ecologistas en Acción, cada año adicional de funcionamiento de estas instalaciones produce aproximadamente 125 toneladas de residuos radiactivos de alta actividad
. Esta cifra plantea interrogantes sobre la sostenibilidad y los costos asociados a la gestión de dichos desechos.
El costo de la gestión de residuos radiactivos
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico estima que el coste total para la gestión de residuos radiactivos y el desmantelamiento de instalaciones nucleares en España asciende a 28.155 millones de euros, proyectados hasta el año 2100
. Este monto incluye la gestión del combustible gastado y el desmantelamiento de las plantas nucleares. Sin embargo, la tasa actual sobre la electricidad nuclear destinada a financiar el Fondo de Residuos Radiactivos se considera insuficiente para cubrir estos gastos, lo que podría implicar una carga financiera adicional para el Estado una vez que las centrales cesen su actividad.
Debate político y social
Recientemente, el Congreso de los Diputados aprobó una resolución impulsada por el Partido Popular que propone prorrogar la operación de las centrales nucleares españolas, sugiriendo incluso extender su funcionamiento hasta los 80 años
. Esta propuesta ha generado controversia, ya que las actuales licencias establecen el cierre de todas las plantas para 2035, cuando habrán superado los 40 años de operación. Organizaciones ecologistas advierten sobre los riesgos de operar instalaciones con sistemas envejecidos y los costos adicionales que implicaría dicha extensión.
Experiencia internacional: el caso de Bélgica
La discusión sobre la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares no es exclusiva de España. En Bélgica, el gobierno decidió en 2022 alargar la vida de dos reactores que debían apagarse, adquiriendo el 50% de la propiedad a empresas como Engie y EDF para lograrlo
. Esta decisión ha implicado una inversión significativa por parte del Estado, evidenciando los desafíos económicos y políticos asociados a este tipo de medidas.