A pesar del crecimiento sin precedentes y los ahorros generados, el sector renovable español enfrenta el reto de incrementar la demanda eléctrica para mantener su expansión.
El sector de energías renovables en España celebra un año de logros históricos: en 2023, el país ha añadido más de 8,700 megavatios de nueva capacidad renovable, superando cifras anteriores y convirtiéndose en la principal fuente de generación eléctrica, con un 50,3% del mix energético nacional. Estos avances han permitido ahorros sustanciales de aproximadamente 20,000 millones de euros para la economía española en costos de importación de combustibles fósiles y derechos de emisión de CO₂. Además, la generación renovable ha abaratado el precio de la electricidad y ha impulsado el empleo directo en el sector, que alcanza un nuevo máximo de 81,897 puestos.
Sin embargo, pese a estos éxitos, el futuro del sector enfrenta un desafío estructural clave: la falta de crecimiento en la demanda eléctrica, un obstáculo que, de no superarse, podría frenar la instalación de nuevos proyectos y debilitar la competitividad energética española. Este dilema ha sido destacado en el reciente informe de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), que propone estrategias para fomentar la electrificación en distintos sectores, acelerar la instalación de infraestructura renovable y atraer inversiones industriales, apelando a la “ventaja competitiva” de la electricidad renovable en el país.
Desafíos estructurales y oportunidades de crecimiento
El mercado energético español depende aún mayoritariamente de fuentes fósiles, con una factura anual en 2023 de 63,479 millones de euros en importaciones de petróleo y gas, lo que subraya la importancia de las renovables. Gracias a la reducción de emisiones y la disminución de precios en el mercado eléctrico, el sector ha generado un ahorro histórico, abaratando el precio de la electricidad en hasta 55,5 euros por MWh. Sin embargo, la falta de un aumento constante en la demanda eléctrica ha frenado en cierta medida el impulso para construir nuevos parques eólicos y solares, situación que preocupa a los actores del sector y a la APPA, que advierten que esta tendencia podría estancar las inversiones y afectar la creación de empleo en los próximos años.
Para abordar esta cuestión, la APPA ha instado a medidas que incrementen la demanda de electricidad y promuevan la electrificación, especialmente en áreas clave como la movilidad, la calefacción residencial y los procesos industriales, actualmente dependientes de fuentes fósiles. Entre las propuestas destaca la electrificación de la flota vehicular, la sustitución de sistemas de calefacción a gas por bombas de calor y el uso de energía térmica renovable en la industria. Además, sugieren capitalizar la ventaja de los bajos precios de electricidad renovable en España para atraer industrias electrointensivas y centros de datos al país, promoviendo así un mercado nacional más robusto y menos dependiente de las fluctuaciones de la demanda.
Limitaciones y retos normativos
El sector renovable enfrenta también una complejidad regulatoria que afecta la agilidad y eficiencia de los proyectos. Las normativas de permisos y licencias se describen como costosas y complicadas, un proceso que llega a equipararse con el de “instalar una central nuclear” en palabras de José María González Moya, director general de APPA. Además, las tasas adicionales impuestas en ciertas autonomías, como Aragón y La Rioja, generan inquietud al reducir la competitividad regional y amenazar con desviar inversiones a otros territorios o incluso a otros países europeos, como Irlanda, que ha ganado protagonismo como destino atractivo para la instalación de centros de datos y otros proyectos tecnológicos.
A pesar de estos obstáculos, las energías renovables cuentan con un apoyo institucional. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) de España plantea un aumento de la demanda eléctrica del 34% para 2030, en comparación con los niveles de 2019. Sin embargo, desde la APPA subrayan que este objetivo debe traducirse en medidas concretas y efectivas. Aunque este crecimiento proyectado podría ser un catalizador para el sector, persisten dudas sobre la velocidad a la que se ejecutarán los cambios necesarios.
Reflexión final y proyecciones a futuro
El sector renovable español está en una fase de consolidación, con un desarrollo de capacidad impresionante y un rol central en la estrategia energética del país, pero su crecimiento futuro depende de superar retos fundamentales. Según APPA, la transformación hacia un modelo de consumo energético más flexible y electrificado es imperativa para que la industria siga atrayendo inversión y mantenga su competitividad. La asociación apuesta a que, con un incremento en la demanda y políticas de apoyo, el sector continuará siendo un pilar económico y ambiental para el país.