La salida de Ribera, figura clave en la transición energética española, abre interrogantes sobre su sucesión y el futuro de las políticas climáticas.
Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, deja su cargo para ser candidata en las elecciones europeas de 2024, marcando el fin de una etapa clave para las políticas climáticas de España. Desde 2018, Ribera lideró importantes avances en transición energética, como la descarbonización, el impulso a las renovables y la implementación del “mecanismo ibérico” para abaratar la energía. A nivel internacional, posicionó a España como referente en foros como las COP y fortaleció alianzas con la Comisión Europea.
Su salida genera interrogantes sobre quién asumirá su cargo y si el ministerio conservará su actual peso político. Entre los posibles sucesores destacan perfiles técnicos como Sara Aagesen y Joan Groizard, y opciones políticas como Manuel de la Rocha. Este cambio se da en un contexto de retos globales y locales en materia energética y climática, que requerirán liderazgo y continuidad.
Fuentes: El Periódico de la Energía, El País.
Teresa Ribera, actual vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, ha sido confirmada como candidata del PSOE a las elecciones europeas, marcando el fin de su etapa como líder de las políticas climáticas y energéticas de España. Su salida deja un legado significativo y plantea dudas sobre quién tomará las riendas de un ministerio crucial para los compromisos climáticos y energéticos del país en los próximos años.
Desde su llegada en 2018, Ribera convirtió la lucha contra el cambio climático en una prioridad política, logrando que España ganara protagonismo en foros internacionales como las COP y liderara iniciativas como el “mecanismo ibérico”, diseñado para mitigar los altos precios energéticos. Sin embargo, su sucesión genera un intenso debate entre perfiles técnicos y políticos, y el posible cambio de enfoque del ministerio preocupa a expertos y activistas.
Los logros y desafíos del legado de Teresa Ribera
Ribera impulsó la transición energética con medidas como el cierre progresivo de centrales de carbón, la apuesta por energías renovables y su protagonismo en la crisis energética europea. Sin embargo, su gestión no estuvo exenta de controversias, especialmente por las críticas relacionadas con el aumento de costos energéticos y la ejecución de ciertas políticas en un entorno político polarizado.
En el ámbito internacional, su papel destacado en las cumbres climáticas y su cercanía con la Comisión Europea podrían facilitar su paso a un rol de mayor relevancia en Bruselas, quizá incluso en una vicepresidencia relacionada con políticas climáticas.
¿Quién tomará el relevo?
Los candidatos a sucederla reflejan un debate entre continuidad y cambio. Entre los perfiles más destacados están:
- Sara Aagesen, actual secretaria de Estado de Energía y figura técnica clave en los planes energéticos del país. A pesar de su conocimiento profundo, carece del apoyo político necesario en Moncloa.
- Manuel de la Rocha, economista y asesor del presidente Sánchez, conocido por su experiencia en políticas económicas y energéticas. Aunque con menos enfoque técnico, su perfil político podría alinear mejor al ministerio con los intereses del Ejecutivo.
- Otros nombres, como Joan Groizard del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) y Valvanera Ulargui de la Oficina Española de Cambio Climático, también se barajan, pero con menos fuerza.
Es posible que el próximo ministro pierda el rango de vicepresidencia, lo que sería interpretado como una disminución del peso político del ministerio en la era post-Ribera.
Impacto y perspectivas
La salida de Ribera supone un punto de inflexión en la política climática española. Su reemplazo definirá si España continuará liderando la transición energética con la misma ambición o si dará paso a un enfoque más pragmático y político. Con las elecciones generales a la vuelta de la esquina y un contexto energético global inestable, el próximo liderazgo deberá equilibrar compromisos internacionales, demandas locales y desafíos económicos.



