El autoconsumo fotovoltaico compartido se presenta como una de las soluciones más prometedoras para la transición energética en España. Esta modalidad, que permite que varios usuarios compartan la energía generada por una misma instalación fotovoltaica, tiene un enorme potencial para democratizar el acceso a la energía solar y reducir los costes de las instalaciones individuales. Sin embargo, el camino hacia su implementación y desarrollo a nivel nacional está lleno de retos, que deben abordarse para garantizar su éxito y expansión a gran escala.
A continuación, se detallan los principales obstáculos que dificultan la implantación del autoconsumo fotovoltaico compartido en España:
- Regulación, normativa y plazos en la distribuidora
Hasta hace relativamente poco, la aplicación de la normativa por parte de las distribuidoras no era efectiva ni siquiera para el autoconsumo individual. Todos recordamos aquellos largos meses de espera hasta que el cliente, tras realizar su instalación, conseguía que se le concediera y aplicara la compensación simplificada en su factura.
En el caso del autoconsumo compartido, la incertidumbre y los plazos eran aún mayores. Muchas distribuidoras no estaban (y, en algunos casos, quizá aún no estén) preparadas para gestionar la legalización de esta modalidad de manera ágil. Esta demora tenía un impacto aún más significativo en el autoconsumo compartido, ya que, mientras que en una instalación individual, si no se vierten excedentes, se puede aprovechar el resto de la producción, en una instalación compartida, hasta que se aplican los coeficientes de reparto, ningún participante puede beneficiarse de un solo kWh.
Afortunadamente, esta barrera está desapareciendo progresivamente, permitiendo que la legalización de estas instalaciones sea cada vez más ágil.
- Costes iniciales y acceso a financiación
Aunque el coste de los sistemas fotovoltaicos ha disminuido considerablemente en los últimos años, la inversión inicial para un sistema de autoconsumo fotovoltaico compartido sigue siendo un obstáculo, especialmente en entornos donde, en teoría, sería más fácil encontrar una cubierta disponible y varios “propietarios” dispuestos a aprovecharla, como en las comunidades de vecinos.
En muchos casos, los potenciales beneficiarios de estos proyectos no cuentan con los recursos necesarios para afrontar la inversión inicial. Además, la financiación de una comunidad de propietarios y su capacidad de endeudamiento difieren significativamente de las de una empresa, lo que dificulta aún más el acceso a crédito.
A diferencia de las instalaciones de autoconsumo individual, en las que los bancos evalúan la solvencia del cliente antes de conceder financiación, en el autoconsumo compartido, las entidades financieras no siempre están dispuestas a asumir el riesgo de financiar el proyecto, lo que representa una barrera adicional para su desarrollo.
- Dificultad y múltiples posibilidades de implementación del proyecto
Repasando brevemente el concepto de autoconsumo compartido, se trata de una instalación que da servicio a dos o más suministros. Partiendo de esta sencilla definición, nos encontramos con multitud de escenarios. Los principales son:
- Un cliente dispone de una cubierta apta para una instalación fotovoltaica y tiene suministros sin tejado propio a menos de 2 km de distancia, por lo que decide realizar una instalación que dé servicio a estos suministros.
- Una comunidad de propietarios en la que coexisten vecinos que están interesados en realizar la inversión y otros que no. Si el proyecto es aprobado en junta, los vecinos no interesados están obligados a participar.
- Un cliente con una cubierta disponible acuerda con otros propietarios, que no tienen opción de instalar autoconsumo individual y cuyos suministros se encuentran en un radio de 2 km, compartir la instalación.
El primer punto es el escenario ideal, ya que funciona como un autoconsumo individual pero, en lugar de generar excedentes en un único suministro, estos se distribuyen entre varios puntos a través de coeficientes de reparto, optimizando así el aprovechamiento de la energía generada.
Los otros dos escenarios, y cualquiera que podamos imaginar, conllevan una serie de dificultades intrínsecas, que resultarán en negociaciones fallidas o problemas a largo plazo, que pueden terminar con más usuarios de los que imaginamos litigando en los juzgados.
En comunidades de vecinos, por ejemplo, los propietarios pueden tener necesidades y consumos energéticos muy distintos, lo que complica la gestión de la energía generada. Además, la falta de conocimiento sobre cómo funciona el autoconsumo fotovoltaico y la energía renovable en general puede generar desconfianza y resistencia al cambio.
Estos conflictos también pueden extenderse al ámbito político y administrativo, donde los intereses de diferentes actores (como las empresas eléctricas, las autoridades locales o las asociaciones de consumidores) pueden influir en la evolución de la normativa y la implementación de los proyectos. La coordinación entre estos grupos de interés es esencial para que el autoconsumo compartido se desarrolle de forma efectiva y armoniosa.
- Complejidad en la gestión de la planta durante la vida útil
La gestión de una planta de autoconsumo individual es relativamente sencilla, ya que requiere atender solo a unas pocas cuestiones a lo largo de su vida útil. Entre ellas, decidir si contratar un servicio de mantenimiento (altamente recomendable), elegir quién lo realizará y determinar cómo se afrontarán las reparaciones necesarias durante los 25 años de funcionamiento de la instalación.
En cambio, en una instalación de autoconsumo fotovoltaico compartido, la gestión se complica en función del número de beneficiarios y la diversidad de opiniones. Cuantas más personas participen, mayor será la complejidad a la hora de tomar decisiones clave sobre el mantenimiento y la administración de la planta a lo largo del tiempo.
- Falta de concienciación y formación del consumidor
A pesar de los esfuerzos realizados para promover la energía renovable, muchos consumidores aún no entienden las ventajas y el funcionamiento del autoconsumo fotovoltaico compartido. La falta de conocimiento y formación sobre cómo funciona la energía solar, el autoconsumo y la posibilidad de compartir instalaciones fotovoltaicas es una barrera significativa para su adopción.
Es necesario invertir en programas de sensibilización y formación tanto para los usuarios finales como para los técnicos y profesionales del sector energético. Solo con un conocimiento adecuado se logrará una participación activa y entusiasta por parte de la sociedad, lo que permitirá que estos proyectos sean viables a largo plazo.
La cesión de cubiertas: una solución eficiente
Una vez expuestos los principales desafíos para el desarrollo e implantación de las instalaciones de autoconsumo compartido a nivel nacional, voy a exponer la que creo es una solución óptima para acelerar dicha implantación.
Revisando los puntos anteriores, podremos convenir que, quitando las trabas en la legalización, que cada vez son menores y tenderán a minimizarse, el resto de puntos se pueden aunar en la dificultad para poner de acuerdo a diferentes personas o empresas a la hora de participar en proyectos comunes y gestionar estos proyectos de manera viable a 25 años vista.
Para dar solución a este conjunto de desafíos, desde hace unos meses, algunas empresas de ámbito privado han puesto en el mercado un servicio específico donde un particular o empresa cede su cubierta durante un largo periodo de tiempo (podemos encontrar fácilmente propuestas entre 15 y 30 años) a cambio de una contraprestación, que puede ser un pago de alquiler anual o la cesión sin coste adicional de un porcentaje de reparto de la planta que se va a construir en su cubierta.
Sobre esta planta, se buscarán suministros que cumplan las condiciones para participar dentro de una gestión de autoconsumo colectivo en esa ubicación (básicamente, a día de hoy, que estén a 2 km a la redonda) y se les ofrecerá participar en este proyecto para beneficiarse de la energía producida por la planta. Habitualmente, estos suministros no tienen opciones de realizar su propia instalación individual (falta de cubierta propia, cubierta mal orientada, etc.), por lo que van a estar muy interesados en participar en un proyecto de estas características con una gestión basada en reglas consensuadas claras y firmadas en contratos entre las partes.
Si analizamos brevemente la solución descrita, nos damos cuenta de que desaparecen las dificultades anteriormente nombradas:
- La figura del que cede su cubierta está muy bien definida y tiene su contraprestación durante lo que dure el contrato.
- Los suministros alrededor de dicha cubierta tienen claro el coste y los beneficios de participar.
- La gestión de la planta durante su vida útil la realiza la empresa que presta el servicio y que pone en común tanto al que cede la cubierta como a los suministros de alrededor, lo que simplifica la toma de decisiones durante la duración del contrato.
Caso práctico en una comunidad de vecinos
Para finalizar, voy a ahondar en el caso de una comunidad de propietarios. A primera vista, parece evidente que la gestión del proyecto es más sencilla si se delega en un tercero, pero esta no es su principal ventaja. La verdadera ventaja radica en que la aprobación del proyecto en una junta de propietarios resulta mucho más ágil cuando un tercero se encarga de gestionar la cesión de la cubierta.
En cambio, si se intenta llevar a cabo el proyecto dividiendo la inversión según el coeficiente de participación de cada vivienda, la gestión se vuelve casi imposible. Este enfoque limita considerablemente el reparto de los costes y beneficios, sin tener en cuenta las necesidades energéticas particulares de cada vecino.
Si en una junta de propietarios presentamos un proyecto de autoconsumo compartido con un coste de 100.000 € para una comunidad de 100 vecinos con viviendas de la misma tipología, nos encontraremos con diversas casuísticas:
- Vecinos con una alta demanda energética, como aquellos con coche eléctrico y cargador en su plaza, que, aunque no obtengan un gran beneficio con este reparto, votarán a favor porque “menos es nada”.
- Vecinos con una demanda eléctrica muy baja, porque viven solos, tiene butano, etc., que no van a amortizar ese reparto en 15 años. Lo más probable es que voten en contra.
- Vecinos que tienen su vivienda alquilada, por lo que los principales beneficiarios de la inversión serían los inquilinos. Seguramente, también votarán que no.
- Vecinos que simplemente están en contra del autoconsumo por cualquier motivo (ver punto 5 de las dificultades).
Si en la misma comunidad proponemos una cesión de cubierta donde todos los vecinos se van a beneficiar sin coste de un porcentaje de la producción de la planta (quieran o no, inviertan posteriormente o no, se verán beneficiados), nos vamos a encontrar con las siguientes casuísticas:
- Los vecinos con una alta demanda energética seguirán votando a favor. Además, esta solución se adaptará mejor a sus necesidades, ya que los vecinos que no deseen participar no estarán obligados a hacerlo.
- Los vecinos con una demanda energética muy baja podrán participar con una cuota más reducida o no participar, pero es más probable que voten a favor, ya que, incluso sin sumarse al proyecto, se beneficiarán del ahorro en las zonas comunes.
- Los propietarios de viviendas de alquiler no participarán en el reparto, pero podrían respaldar la iniciativa por el mismo motivo que los vecinos del punto anterior.
- Los vecinos que se oponen al autoconsumo probablemente sigan votando en contra, aunque algunos podrían reconsiderar su postura al conocer los beneficios económicos, ya que, como se dice vulgarmente, “la pela es la pela”.
Concluyendo, el autoconsumo compartido es una modalidad que debe dar un empujón extra y democratizar la energía, permitiendo el acceso a aquellos suministros que no tienen cubierta propia y se ven condenados, mes tras mes, a pagar lo que viene en su factura. Sin embargo, su gestión, tanto en la fase de implementación como de mantenimiento, es bastante compleja. Precisamente de esa complejidad nace el servicio de cesión de cubierta, que estimo será la forma de gestión mayoritaria de los autoconsumos compartidos que se lleven a cabo en los próximos años.
Redacción: Javier Pérez Salazar