El proyecto Crescent Dunes, ubicado en Nevada (EE. UU.), fue presentado como una revolución en la energía solar termosolar, con capacidad de almacenamiento térmico mediante sales fundidas y más de 10.000 espejos concentrando luz solar en una torre central. Inaugurado en 2015 por la empresa SolarReserve con una inversión de más de 1.000 millones de dólares, recibió el respaldo del Departamento de Energía de EE. UU. mediante una garantía de préstamo de 737 millones.
Aunque prometía suministrar energía limpia a 75.000 hogares, enfrentó graves problemas técnicos, como fugas en los tanques de almacenamiento, roturas por altas temperaturas y mantenimiento costoso de los helióstatos. En 2019, dejó de operar y, tras incumplir con los objetivos de producción y ser económicamente inviable frente a otras tecnologías solares más baratas, el proyecto quebró.
SolarReserve fue demandada por mala gestión y el proyecto se declaró en bancarrota. Desde 2021, la empresa española ACS gestiona la planta con apoyo de NV Energy, aunque su producción sigue siendo limitada y costosa. Crescent Dunes se convirtió así en un caso emblemático de cómo un proyecto innovador mal ejecutado puede fracasar estrepitosamente.
Una innovación que prometía revolucionar la energía solar
La planta solar termoeléctrica Crescent Dunes, ubicada en Tonopah, Nevada, fue concebida como una revolución en la generación de energía limpia. Diseñada por SolarReserve y construida con el respaldo de una garantía de préstamo de 737 millones de dólares del Departamento de Energía de EE. UU., la instalación prometía suministrar electricidad a 75,000 hogares mediante una innovadora tecnología de almacenamiento térmico con sales fundidas. Con una capacidad de 110 MW y 10,347 heliostatos concentrando la luz solar en una torre central de 195 metros, la planta aspiraba a generar energía incluso durante la noche, gracias a su capacidad de almacenamiento de 1.1 GWh .
Problemas técnicos y desafíos operativos
A pesar de su ambicioso diseño, Crescent Dunes enfrentó múltiples problemas técnicos desde su inicio. En octubre de 2016, una fuga en el tanque de almacenamiento de sal fundida obligó a cerrar la planta durante ocho meses. Estos tanques, operando a temperaturas cercanas a los 600 °C, presentaron desafíos estructurales debido a las diferencias de temperatura y las fuerzas de compresión resultantes, lo que llevó a fallos en el diseño .
Además, la calibración y el mantenimiento de los heliostatos resultaron ser más complejos y costosos de lo previsto, afectando la eficiencia y aumentando los costos operativos .
Impacto financiero y competencia del mercado
El costo total del proyecto superó los 975 millones de dólares. Sin embargo, la planta no logró alcanzar su capacidad de producción esperada. En 2018, su factor de capacidad fue de solo 20.3%, muy por debajo del 51.9% planificado . Mientras tanto, la rápida disminución de los costos de las tecnologías fotovoltaicas y de almacenamiento con baterías hizo que Crescent Dunes fuera financieramente inviable. El precio promedio de su electricidad era de aproximadamente $135 por MWh, en comparación con los $30 por MWh de otras plantas solares en Nevada.
Consecuencias legales y bancarrota
En 2019, NV Energy, el único comprador de la electricidad de Crescent Dunes, rescindió su contrato debido al incumplimiento en la entrega de energía. Ese mismo año, SolarReserve se declaró en bancarrota. Los inversores también presentaron demandas contra la empresa por mala gestión del capital. En 2020, el proyecto fue reorganizado bajo el Capítulo 11 de la ley de bancarrotas, y la empresa española ACS, a través de su filial Cobra, asumió el control operativo de la planta .
Intentos de resurrección y lecciones aprendidas
En julio de 2021, Crescent Dunes reanudó operaciones bajo la gestión de ACS y un nuevo contrato con NV Energy. Sin embargo, su producción de energía sigue siendo limitada y a un costo elevado. El proyecto ha servido como una advertencia sobre los riesgos de implementar tecnologías no probadas a gran escala sin una evaluación exhaustiva. Ingenieros de Vast Solar han estudiado los fallos del tanque de almacenamiento y propuesto soluciones para futuros proyectos, destacando la importancia de controlar las distribuciones de temperatura y las fuerzas de compresión en los tanques de sales fundidas.
Crescent Dunes fue una apuesta audaz por una tecnología innovadora en la generación de energía solar. Aunque no cumplió con las expectativas, proporcionó valiosas lecciones sobre los desafíos técnicos y financieros de las tecnologías emergentes. Su historia subraya la necesidad de equilibrar la innovación con una planificación y evaluación rigurosas para garantizar el éxito a largo plazo en el sector energético.