Desde el inicio de la guerra en Ucrania y la consecuente ruptura con Rusia, su principal proveedor de gas, Europa ha emprendido una transformación energética sin precedentes. La búsqueda de un suministro energético seguro y asequible se ha convertido en una prioridad política y económica para la Unión Europea (UE). Sin embargo, según un análisis de Georg Zachmann, investigador del think tank Bruegel, el continente se enfrenta a cuatro grandes obstáculos en esta carrera por redefinir su seguridad energética.
1. Falta de información
Uno de los principales problemas es la ausencia de datos fiables y completos. Las instituciones europeas carecen de visibilidad sobre los contratos a largo plazo firmados por los países miembros, así como de transparencia en los precios minoristas y mayoristas regionales. Además, los esfuerzos para centralizar las compras a través de plataformas conjuntas, como la Aggregate EU, han tenido un impacto limitado hasta ahora.
La falta de desglose sectorial del consumo de gas y la ausencia de referencias claras sobre los costos de las redes de distribución dificultan la elaboración de una política energética basada en evidencias. Sin estos datos, diseñar incentivos eficaces o planificar inversiones se vuelve casi imposible.
2. Costes crecientes de las redes
Otro reto crítico es el incremento del coste de las infraestructuras gasistas, especialmente en un contexto de demanda decreciente. Aunque el consumo de gas ha caído en Europa, los costes fijos de las redes permanecen inalterados. Esto implica que menos consumidores deben asumir una mayor parte de esos costes, lo que encarece el servicio.
La UE ha planeado inversiones en gasoductos y terminales de gas natural licuado por más de 84.000 millones de euros. Según Bruegel, si la demanda se reduce como prevé el plan REPowerEU, el coste unitario por megavatio hora puede más que duplicarse. Además, el traslado de los costes de infraestructura hacia sectores como las centrales eléctricas plantea interrogantes sobre su impacto en los precios de la electricidad.
3. El complejo proceso de prescindir del gas ruso
La dependencia de Rusia como proveedor de gas ha disminuido drásticamente, del 43% en 2021 al 13% en lo que va de 2025. Sin embargo, eliminar completamente el gas ruso sigue siendo un desafío. Aunque las importaciones de gas ruso de la UE a través de gasoductos se han desplomado desde la invasión de Ucrania en febrero de 2022, alrededor del 19% de las importaciones de gas del bloque todavía provienen de Rusia a través de las importaciones de gas natural licuado y a través del gasoducto TurkStream hacia Europa central.
La Comisión Europea ha propuesto que el abandono total del gas ruso se complete para finales de 2027, incluyendo la prohibición de nuevos contratos y la finalización de los existentes.
4. Coordinación del mercado
La falta de coordinación entre los países miembros de la UE en materia de políticas energéticas y regulaciones dificulta la creación de un mercado energético unificado y eficiente. Las diferencias en las normativas nacionales, las estrategias de almacenamiento y las capacidades de infraestructura generan ineficiencias y aumentan los costes.
Además, la ausencia de un enfoque común en la negociación de contratos y en la planificación de inversiones limita el poder de negociación de la UE frente a proveedores externos y obstaculiza la implementación de soluciones conjuntas que podrían mejorar la seguridad energética y reducir los precios.
Conclusión
Europa ha avanzado significativamente en su objetivo de reducir la dependencia energética de Rusia y avanzar hacia fuentes más limpias. Sin embargo, estos cuatro desafíos estructurales —información, costes de red, independencia gasista y coordinación del mercado— siguen siendo piedras angulares para garantizar un suministro asequible en los próximos años. Abordar estos retos requerirá una combinación de políticas coherentes, inversiones estratégicas y una mayor cooperación entre los países miembros de la UE.
Fuentes: El Periódico de la Energía, ategi.com, Energy