Las empresas energéticas critican la falta de claridad sobre la continuidad del impuesto extraordinario mientras el Gobierno estudia su renovación.
Las grandes compañías energéticas en España, como Iberdrola, Endesa y Naturgy, están a la espera de la decisión del gobierno sobre la posible continuidad del impuesto extraordinario que grava a las energéticas. Este tributo, implementado originalmente como una medida temporal en 2023, se estableció para recaudar fondos adicionales ante el aumento desmesurado de los precios de la energía a raíz de la crisis energética global. Sin embargo, la falta de comunicación clara por parte del Ejecutivo ha generado preocupación e incertidumbre en el sector, que exige mayor transparencia.
El impuesto, cuya vigencia fue fijada inicialmente para dos años, grava con un 1,2% los ingresos de las empresas energéticas con más de 1.000 millones de euros de facturación anual. Desde su creación, las compañías afectadas han mostrado su descontento, argumentando que esta medida podría desalentar la inversión en energías renovables y otros proyectos clave para la transición energética. A pesar de estas críticas, el gobierno ha señalado que el impuesto es necesario para compensar los costos asumidos por el Estado para proteger a los consumidores más vulnerables de los elevados precios de la electricidad y el gas.
En las últimas semanas, algunas empresas han reforzado sus críticas, alegando que el impuesto se ha basado en un cálculo erróneo del “beneficio caído del cielo”, un término que hace referencia a los ingresos adicionales que obtienen las compañías sin haber incrementado sus costos. A este respecto, consideran que las fluctuaciones en los precios del mercado no han sido tan favorables como el gobierno había previsto. Además, sostienen que la carga fiscal podría obstaculizar la competitividad del país en el ámbito energético.
A la espera de que el gobierno se pronuncie sobre la continuidad del impuesto, las empresas energéticas han optado por la cautela. Aunque algunos rumores sugieren que la medida podría mantenerse en 2024, aún no se han confirmado los detalles, lo que mantiene la tensión en el sector. La decisión final podría tener repercusiones importantes no solo en los balances de las compañías energéticas, sino también en el ritmo de la transición hacia fuentes de energía más limpias.